Ciertamente, más que una cuestión de celos me parece una hijoputada.
Que, además, me retrotrae a una situación vivida en primera persona, hace algún tiempo, por una "compañera de trabajo", casualmente.
Los celos, sentimiento que no suele acompañarme, son un coñazo para quien los sufre y para quien los padece. Pero, de ahí a que toquen las narices a una tercera persona, me parece de psicópata.
¡Qué raros somos los seres humano, de verdad, qué extraños!
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