Hoy quiero compartir una experiencia con vosotros, algo que me ha sucedido recientemente. Lo cuento en forma de relato porque me ha parecido mejor opción, al final me ha quedado demasiado extenso, espero que no termine aburriendo y que lo disfrutéis tanto como lo hice yo.
De la puerta de la habitación sale una mujer joven, atractiva, elegante, bien vestida. Camina por el pasillo hacia el ascensor buscando ansiosa algo dentro del bolso mientras no deja de caminar. Baja al vestíbulo del hotel. Sale a la calle y continúa con la mano dentro del bolso revolviendo todo lo que hay dentro. Se queda parada frente a la puerta del hotel, espera que algún taxi libre pase por delante de ella para irse a casa. Quiere un cigarro, tras rebuscar obstinadamente dentro del bolso se da por vencida, ha olvidado el paquete de tabaco en casa. Mira al final de la calle en busca del taxi, gira la cabeza y ve a un hombre frente a la puerta del hotel. Es alto, moreno, de complexión atlética. Lleva traje sin corbata, muy elegante. Está fumando. La joven mujer se da cuenta de que la está mirando. Un taxi aparece, levanta la mano para pararlo, ocupado. Se alegra, está contenta, animada, se siente sexy y decide que no le apetece irse a casa todavía.
Se acerca al hombre que está fumando en la puerta del hotel y le pide un cigarro. El hombre saca el paquete de tabaco y le ofrece uno. Entablan una pequeña conversación. “¿Te alojas en el hotel?” “No” responde ella. “¿Pero has salido de él?” “Sí” vuelve a responder haciéndose la misteriosa. Un par de preguntas de cortesía más y la invita a tomar una copa en el hotel. Sentados en el bar continúan con la charla. Él está en Madrid por trabajo. Nada de nombres, ni de ella, ni de él. Entre preguntas y respuestas, trago y trago, de vez en cuando ella posa la mano en su rodilla. Él quiere tocarla también pero no se atreve. Él se decide a preguntar algo que le intriga “¿Qué hacías realmente en el hotel? Con sinceridad, ¿vienes de ver a tu novio?” Ella sonríe, “¿Sinceramente? Muy bien, seré sincera, soy escort y vengo de ver a un cliente”. El hombre asiente, “me parece muy bien” responde. Suelta una pequeña charla sobre la libertad y ella propone un brindis por ello. Con la copa casi vacía y la mano en su rodilla, sin saber de donde salen esas palabras, le pregunta “¿no me vas invitar a subir?” “Por supuesto, vamos”.
Apuran las copas y marchar camino a los ascensores, suben a la habitación, entran. Él no espera, nada mas cerrar la puerta de la habitación la agarra y la empuja contra la pared. Comienzan a besarse como dos desesperados, la mano que él tenía en su cintura sube hasta su pecho, lo toca, lo aprieta. Busca el escote de su blusa y mete la mano para tocarla mejor. Ella se deja tocar, disfruta de los besos apasionados, de las manos ansiosas que la tocan, de su miembro erecto ya buscando contacto con su cuerpo.
Es ahora ella la que recorre su espalda con las manos mientras él devora su cuello, llega al final de la espalda y saca la camisa del pantalón. De abajo a arriba esta vez vuelve a recorrer su espalda. Rodea su torso hasta su pecho y las baja despacio, termina de sacar la camisa del pantalón y comienza a desabrocharla. Ahora él está quieto, inmóvil observando como los dedos de la mujer que acaba de conocer le desnudan. Ahora es él el que está apoyado contra la pared con el pecho al descubierto, ella besa su cuello, continúa besando su pecho, juega con sus pezones y continúa su descenso jugando con su boca y su lengua por su torso. Ya de rodillas se topa con el pantalón, le mira los ojos y desabrocha despacio el cinturón mientras puede ver en los ojos del hombre la excitación y el ansia con el que aguarda que termine de desabrocharle. Suelta el botón y baja la cremallera. Empuja el pantalón hacia los tobillos y acerca su boca al miembro erecto del hombre que continúa escondido bajo el calzoncillo. Mete un par de dedos por las gomas y lo baja a los tobillos. Esta vez sí, ahora ella se introduce su miembro en la boca y comienza a chuparlo, a lamerlo, a besarlo. Juega con su lengua, lo disfruta y le hace disfrutar.
Muerto de la excitación y el placer la levanta del suelo, la pone en pie y le desabrocha la blusa. Mira su pecho palpitante realzado por el sujetador. Baja la cremallera de su falta y esta cae sola hasta sus pies. La empuja sobre la cama y él se coloca sobre ella. Se ha deshecho de los zapatos, y del pantalón. Tumbado sobre ella la toca, saca un pecho del sujetador y chupa el pezón. Frente a la calma de ella al desnudarle y recorrerle con su boca está la prisa de él. Se deshace por completo del sujetador, con una mano toca un pecho y con la boca juega con otro. Está ansioso, quiere penetrarla cuanto antes. Le quita las bragas y se pone un condón, la voltea y la pone a cuatro patas, por fin ha llegado el momento y la penetra con ganas. Ella gime y él la embiste, ella pone su mano en su clítoris y comienza a masturbarse mientras él continúa penetrándola. Se mantiene en esa posición un rato hasta que ella quiere hacérselo a él. “Túmbate” le dice, él obediente se tumba en la cama y ella se pone encima de él a horcajadas, con su miembro dentro comienza a moverse, calmada al principio, no quiere que se corra sin haberse corrido ella, a medida que ella nota más cerca el clímax acelera el ritmo. Él se incorpora, pasa una mano por su cintura y pone la otra en su nuca agarrando su pelo, ella continúa moviendo sus caderas y él besa su pecho. Más rápido, ya casi está, un poco más, él la agarra con más fuerza y ella se mueve más deprisa apunto de alcanzar el orgasmos. Por fin, el orgasmo llega para ella. Él lo nota y la tumba de nuevo boca arriba, la penetra, la embiste un par de ves más y saca su pene. Quiere correrse en su cuerpo, se quita el preservativo y se derrama sobre su pecho. Los dos se quedan tranquilos un minuto, inmóviles tumbados en la cama. Él se levanta, va al baño, la limpia y vuelve otra vez al baño. En ese rato ella se levanta y se viste. “¿Ya te vas?” “Sí, estoy cansada” responde mientras se abrocha los últimos botones de la blusa. “Me quedo varios días en Madrid, podríamos vernos” Ella le besa, “Sí claro, ya nos veremos” es lo último que dice mientras sale por la puerta de la habitación.
De vuelta a casa en el taxi piensa en lo que acaba de pasar, se acaba de acostar con un completo desconocido que ha conocido en la puerta del hotel tras un servicio, ha sido un polvo fabuloso y ni siquiera sabe como se llama el hombre con el que se acaba de correr. Sospecha que el quería intercambiar teléfonos pero no le interesaba. Solo ha sido eso, sexo. Simplemente sexo.
Francamente bueno. Alejandra, eres un pozo de sorpresitas. Todas agradabilísimas.
"En el sexo todo se me antoja más sencillo. Es puramente físico, simplemente mental. Fluídos y jadeos. Transpirar de perfumes. Elenco de sonidos."
Ficción o realidad? Me importa la diferencia? Supongo que no, ya que lo que transmita el relato serà lo mismo en cualquier caso.
Realidad, ya digo al principio que es una experiencia que quería compartir con vosotros. He de reconocer que nunca me había acostado así con un desconocido (ya me entendéis...) y he de decir que fue una experiencia realmente buena. Disfruté de lo lindo, me sentí "poderosamente sexy" y lo mejor de todo es que sólo fue eso, sexo. Ni siquiera sé como se llamaba y en ningún momento me planteé ni siquiera la posibilidad de intercambiar teléfonos!! Me gustó, le gusté y nos acostamos.
Me sale un pensamiento profundo: Wow!
Sexo,sólo sexo..., maravilloso, intenso, cálido, morboso... excitante...
Gracias por compartirlo con nosotros...
Lo que da de si un simple cigarrillo.
Toda estas cosas me las pierdo por ser un no fumador![]()
ups. ,me ha gustado y mucho
en lo que claramente veo, no brujuleo
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